
Por: Mariano Quiroga – Espacio Multiviral
Agradezco profundamente la entrevista que me realizo Juan Carlos Romero Lopez para el programa Generación N, en Radio Azucena. No siempre se abren estos micrófonos para pensar en voz alta lo que nos atraviesa, no solo como militantes o comunicadores, sino como sujetos de este tiempo raro, hiperveloz, confuso y potente. Esa entrevista me dejó vibrando, y con ganas de expandir y profundizar varias de las ideas que dejé flotando. Lo que sigue no es una transcripción, sino más bien una continuidad: un mapa personal de inquietudes, certezas provisionales y convicciones en construcción.
De la pandemia a Multiviral: tecnología, adicción y necesidad de sentido
“Lo que en algún momento me permitió estar conectado con el espacio exterior que era la tecnología, había generado también un grave problema… de adicción“
Multiviral nació en febrero de 2022, casi como una reacción inevitable después del encierro pandémico. Durante la cuarentena, la tecnología fue al mismo tiempo salvación y jaula. Me conectaba con el mundo, sí. Pero también sentía cómo esa conexión se volvía adictiva, dopaminérgica, insaciable. Así empezó todo: con una inquietud visceral por entender qué nos estaba pasando.
Lo que primero fue un blog, un WordPress gratuito, se transformó con el tiempo en una comunidad que da talleres, hace consultorías, piensa política nacional con una mirada que nos gusta llamar “hipermoderna”. Porque sentimos que ya no estamos ni en la modernidad ni en la postmodernidad: estamos en otra cosa, más fragmentada, más líquida, más digitalizada y al mismo tiempo más corporal que nunca. Y desde ahí intentamos construir.
¿Quién posee la tecnología?
“Ojalá tuviéramos la capacidad productiva de generar nuestras propias herramientas de matriz”
Uno de los temas que más me obsesiona es el de la apropiación tecnológica. No como fetiche técnico, sino como disputa política. ¿De quién es la inteligencia artificial? ¿Quién programa el código que organiza nuestras decisiones, nuestra atención, nuestras emociones?
Ojalá tuviéramos un buscador propio, una IA nacional, un entorno digital soberano. Porque una cosa es la herramienta, y otra muy distinta es quién la financia, quién la regula, quién se queda con los datos. No es lo mismo hablar de inteligencia artificial que hablar de OpenAI, de Meta, de Google. No es lo mismo usar una herramienta que vivir dentro de una arquitectura de vigilancia algorítmica.
Y esto no es paranoia. Cuando vemos que ciertos sectores políticos son los primeros en utilizar estas tecnologías, no es casual. Hay financiamiento cruzado, hay articulación entre partidos y plataformas. Como dije en la entrevista: hacen match, como en Tinder. Financiás al partido y también al canal por el que ese partido va a difundir sus mensajes. Es una estrategia. Y si no la entendemos, llegamos siempre tarde.
Tecnofeudalismo: cuando el látigo es un algoritmo
“Disfruto usar TikTok… uso mucho ChatGPT… sé quiénes son los dueños… y no necesito un látigo en la espalda para usarlas, lo hago voluntariamente”
Me gusta pensar el tecnofeudalismo como una servidumbre voluntaria. En la Edad Media te ataban con un látigo. Hoy, con una notificación. Usamos estas plataformas con placer, con deseo. Yo mismo lo hago: uso ChatGPT, uso TikTok. Y sé quiénes están detrás. Pero también sé que es un lujo adictivo, un goce medido en segundos de atención, una droga legal y global.
La gran diferencia es que ahora no hace falta represión física: el algoritmo ya aprendió cómo mantenernos atrapados. Y lo más complejo es que disfrutamos de la trampa. Por eso la batalla cultural no puede ser moralista ni nostálgica. No se trata de renunciar a las herramientas, sino de entenderlas, hackearlas, resignificarlas. Y en lo posible, construir otras.
La desorganización del tiempo y la ausencia de la política
“Hoy en día tenemos una completa desorganización del día… tenemos fragmentado el tiempo y eso mismo hace que no podamos organizarnos”
Uno de los puntos más invisibles de esta época es la desorganización del tiempo. Perón lo decía claro: “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. Eso ordenaba la vida. Hoy el día está roto. El algoritmo no duerme. Las plataformas no cierran. La jornada es infinita, fragmentada, líquida. Y eso desorganiza la vida colectiva.
Muchas personas –yo incluido– ya no queremos volver a la fábrica. No por desprecio al trabajo, sino porque buscamos otra forma de soberanía: la del tiempo propio. Queremos emprender, crear contenido, inventar formatos. Pero ¿qué derechos existen para ese nuevo trabajador? ¿Qué política lo representa? Me duele decirlo, pero hoy el peronismo no tiene respuestas claras para esa nueva subjetividad. Y sin interpelación, no hay organización posible.
Quinta revolución industrial: o la entendemos o nos pasa por arriba
“Ellos te hablan en la cara de lo que van a hacer y nosotros seguimos pensando en cómo resolver el día a día, sin pensar a futuro”
Lo digo sin vueltas: ya estamos en la quinta revolución industrial. Ya pasaron la fábrica, el contenido, la conectividad. Ahora estamos en la era de la automatización, la IA, el machine learning, la robótica ubicua. Y la política sigue discutiendo como si estuviéramos en los noventa.
Necesitamos construir escenarios de futuro. Porque del otro lado lo hacen. Silicon Valley no oculta todo: muchas veces te lo dicen en la cara. Te muestran prototipos, conferencias, roadmaps. No hace falta ser conspiranoico. Hace falta leer. Y responder.
El peronismo tuvo un plan quinquenal en el ’45 sin inteligencia artificial. Hoy tenemos big data, simulación de escenarios, modelos predictivos. ¿Y qué hacemos con eso? Nada. No se enseña en las unidades básicas, no se discute en las comunas, no se aprovecha a nivel nacional. Es una picardía.
Infraestructura, soberanía y dependencia digital
“La nube son datacenters gigantescos que están en desiertos en Estados Unidos… si pensamos IA desde Argentina y usamos infraestructura de allá, es como jugar al truco y que te vean las cartas”
Internet no es una metáfora. La nube no es un lugar etéreo. Son datacenters gigantes, en desiertos estadounidenses, alimentados por contratos estatales. Durante el gobierno de Alberto Fernández, muchas bases de datos del Estado estaban alojadas en servidores de Amazon. ¿Qué soberanía podemos construir si nuestros datos viajan por cables que no controlamos?
Pensar política tecnológica es pensar infraestructura. Y si esa infraestructura la ponen otros, entonces jugamos con las cartas marcadas. Necesitamos datacenters propios, software nacional, tecnologías pensadas desde nuestras necesidades y no desde los intereses de otros. Si no, siempre vamos a estar en desventaja.
Creatividad, pibes y ausencia estatal
“Me pregunto por qué los pibes miran tanto para afuera cuando piensan en tecnología… quizás porque no tienen dónde crecer acá… falta el fomento a la creatividad tecnológica”
¿Dónde están los pibes que programan? Afuera. ¿Dónde buscan crecer? Afuera. ¿Por qué? Porque no hay política estatal que fomente la creatividad tecnológica. En EE.UU. el Estado salió a buscar a los innovadores en los garages. Acá no salimos ni al patio.
Necesitamos incubadoras de tecnología popular, fondos públicos y privados, políticas mixtas que reconozcan que el empresario no es un enemigo, sino un socio potencial. Un socio al que hay que regular, claro. Pero sin creatividad, no hay soberanía. Y sin Estado, tampoco.
El peronismo Incel y el problema del deseo
“Tenemos muchos discursos de odio instalados… cuando no tenemos capacidad de diálogo con alguien que votó a Milei, terminamos en una lógica de rechazo”
En un momento de la entrevista usé el término “peronismo Incel”. No lo dije con maldad, sino con dolor. El Incel es el que no logra seducir, y culpa al otro. ¿No nos pasa eso? ¿No hay un sector del peronismo que dejó de generar deseo electoral y responde con bronca, con rechazo, con desprecio?
Si no logramos dialogar con quien votó otra cosa, si solo hablamos con los que piensan igual, entonces nos convertimos en una secta. Y eso no construye poder. El discurso de odio se combate con escucha. Y la escucha es un músculo que se atrofia si no se entrena.
Reactualizar la doctrina, reinterpretar el tiempo
“Se van a cumplir 80 años del 17 de octubre… y parece que seguimos respondiendo con ese manual… cuando la doctrina misma dice que debe ser actualizada y leída en contexto… y no hacemos ese ejercicio”.
La doctrina peronista no es un dogma. Es una herramienta. Y como tal, necesita ser leída en contexto. No podemos seguir aplicando el manual del ’45 como si nada hubiera cambiado. En 80 años pasó Internet, la globalización, las redes sociales, la IA. Hay que revisar qué permanece y qué caducó.
Volver a la comunidad organizada no significa copiarla tal como era, sino entender cómo organizar la comunidad hoy. Con plataformas, con streaming, con nodos, con descentralización. Con otras palabras, pero con los mismos objetivos: justicia social, soberanía, comunidad.
Cierro agradeciendo, y abriendo
Gracias a Generación N por invitarme a hablar de todo esto. Ojalá esta entrevista y esta nota sirvan como disparadores. No tengo todas las respuestas, pero tengo preguntas que me queman en las manos. Y una certeza: no podemos dejar la imaginación del futuro en manos de otros.
La soberanía también se juega en la capacidad de imaginar lo que viene. Y si no lo hacemos nosotros, lo van a hacer otros por nosotros. Con sus reglas, sus algoritmos, sus intereses. Y ahí, compañeros, no hay destino.