Wednesday, May 28

No escuches las listas de Spotify

Por: El Pais

Aprovecho que ha sido una semana de pocas grandes novedades para hablar de un tema que me interesa: cómo Spotify escoge la música que escucho. Mi preocupación central es muy simple: cuando le doy a reproducción aleatoria en una lista mía, Spotify tiende a repetir más canciones que ya he escuchado antes. Eso hace que las aborrezca y el único modo para evitarlas es sacarlas de la lista.‌

Esto tiene una lógica: Spotify cree que me gusta más la música que ya he escuchado. No todas las canciones que están en “canciones favoritas” valen lo mismo. Mi problema es que me gustaría tener un algoritmo donde todas las canciones pesaran igual. Es claramente un problema menor, pero me ha llevado a pensar qué otras triquiñuelas usará Spotify para conseguir su gran objetivo: que esté más tiempo escuchando Spotify y que, quizá, mejor si escucho unas canciones que otras.‌
Estas dudas me han llevado a leer dos libros que acaban de salir sobre la compañía, aún sin traducción al español: Aún no has escuchado tu canción favorita, de Glenn McDonald, ex alquimista de datos en Spotify, y La máquina de estados de ánimo, de la periodista Liz Pelly.‌

El primero es más bien positivo y el segundo, negativo. Pero los dos en el fondo coinciden en algo esencial: escoge la música que quieras escuchar sin dejarte llevar por las listas que hace Spotify.‌
La premisa de McDonald es que nunca antes tanta gente ha pagado por música. Ahora hay millones de personas pagando 120 euros al año. ¿Quién se gastaba más de eso en discos en 1995? Había algunos pero igual no tantos: “Necesitas 15 personas que pasaran de gastar 25 euros a 120 para compensar que una persona [un comprador compulsivo] pasara de gastarse 1.500 euros a 120?”, escribe.‌

Spotify llegó además en un momento de debilidad de la industria por la piratería, así que había poco donde elegir. El punto de inflexión de la industria musical fue 1999, el mejor año financiero de su historia. La crisis redujo el sector a un tercio de su tamaño en una década. Ahora se está recuperando gracias al streaming, pero está por ver si alcanzará las cotas de 1999: el streaming necesita otros siete años de crecimiento similar a los que ha vivido entre 2014 y 2021 para volver al pico, según McDonald.‌

La idea de Pelly es mucho más sencilla: Spotify usa la música como cualquier otro producto comercial, para ganar dinero. Su único objetivo es derrotar al silencio. Da igual si es con música independiente o ruido blanco para dormir. No hay incentivos para distinguirte, sino para encajar en una lista más de Peaceful Piano o Your Favourite Coffeehouse.‌
Spotify es en el fondo otro ejemplo del impacto bueno y malo a la vez de la tecnología: ahora podemos escuchar cualquier canción de cualquier época y artista, pero ¿qué perdemos con tanta oferta? Pues que a veces escuchamos música a granel, sin fijarnos, solo como ambiente, y Spotify lo aprovecha para ganar más dinero, como cualquier empresa. Una manera de evitarlo es no fiarse de sus listas. Aquí están los motivos principales:‌

a/ Música barata para ti. Hay un montón de empresas que hacen música barata anónima para listas de Spotify. No son grupos o artistas emergentes. Son empresas que generan música a gogó y la disfrazan de banda real. Esas empresas llegan a acuerdos con Spotify para cobrar menos por reproducción. Así ganan todos menos los usuarios (que escuchan el equivalente a un hilo musical de hotel) y los artistas reales, que compiten con máquinas que producen notas sin parar, aún más con IA.‌
Pelly ha descubierto que este contenido tenía un programa propio en Spotify: “Contenido hecho a medida” (perfect fit content, PFC, en inglés). Así lo describe: ‌
 Para los músicos cuyas canciones estaban siendo reemplazadas por estos artistas fantasma, podía ser devastador: la diferencia entre ganarse humildemente la vida o no. Algunos editores de listas de Spotify también quedaban destrozados. Veían cómo las listas que habían construido con orgullo se convertían en granjas de contenido barato. ‘Hubo muchas lágrimas por este proyecto internamente en Spotify’, me dijo un antiguo empleado. El programa PFC fue presentado a los editores de listas como una iniciativa para reducir costes.
Comenzó solo con ciertos tipos de música. Pero en 2023, según Pelly, más de 100 listas oficiales, estaban hechas casi solo con PFC y en las búsquedas solían promoverse estas listas cuando un usuario buscaba por un estado de ánimo. “Spotify se esforzó mucho en mantener todo esto oculto”, dice Pelly.‌

McDonald, ex empleado de Spotify, no revela este secreto. Pero su consejo es esforzarse para evitar listas, portadas y músicos con nombres blandos: ‌
 Puedes empezar tratando de reconocer tu pereza, porque es entonces cuando eres más vulnerable a personas que intentan venderte distracciones sin sentido etiquetadas como algo con propósito. En la música, esto suele ser artesanía barata y sin alma reempaquetada con propósitos funcionales: compilaciones de Jazz para Cenar o Música para Estudiar hechas por conjuntos anónimos o ficticios. Si el álbum se llama Clásicos de Jazz para Cenar de Smooth Jazz Masters, y la portada es una imagen de gente atractiva con buen pelo sosteniendo copas de vino blanco mientras ríen, esa podría ser la vida que quieres vivir, pero no es un álbum real.
McDonald no cuenta la salsa secreta, pero admite lo mismo que Pelly: hay un montón de música falsa en listas de estados de ánimo de Spotify hecha para gente que le da igual todo con tal de tener algo de fondo. Es mejor, por tanto, evitar las listas chill.‌
b/ ¿Eres artista? Paga por salir. Esto no era un secreto, pero está por ver si es legal. En un programa llamado Modo Discovery, los artistas pueden aceptar cobrar un 30% menos por sus escuchas a cambio de que Spotify les coloque en más listas.‌
Spotify lo vende como una oportunidad de dar a conocer mejor las canciones que cada artista cree que tienen más opciones. La realidad es que eso les lleva a tener listas muy escuchadas por las que paga menos.En 2022 tres congresistas de EE UU escribieron a Spotify para quejarse. Esto ocurría ya en las radiofórmulas (un sistema que llamaban payola) y que se prohibió en los años 50.‌
c/ Las grandes discográficas se quedan con todo el pastel. Hay 10 millones de artistas en Spotify, pero en 2022 el 95% de los pagos se hicieron a 200.000. “De los 1.000 artistas principales en Spotify la última vez que miré, solo 38 eran nominalmente independientes”, escribe McDonald.‌
Las grandes discográficas juegan con reglas propias, según Pelly, con acuerdos ocultos: ‌
 Como otras plataformas digitales, las prioridades de Spotify pueden deducirse parcialmente estudiando su interfaz. Por ejemplo, para tener una idea de cómo la compañía piensa sobre la música ‘indie’, un usuario puede hacer clic en la página de ‘Búsqueda’ y luego hacer clic en la etiqueta ‘indie’. Al escribir esto, las tres principales listas que se promocionan en la página ‘Indie’ son ‘Portada Indie’, ‘Lorem’ y ‘POLLEN’. Cuando examiné la lista ‘Portada Indie’ en la primavera de 2024, un cuarto de la lista estaba compuesta por música de sellos discográficos importantes, y otro cuarto se atribuía a sellos independientes con distribución de sellos importantes.
d/ Para músicos solitarios y creadores de contenido. Un objetivo moral de nuestras escuchas debe ser, según McDonald, centrarnos en músicos vivos: “El mejor objetivo es apoyar el arte que se hace hoy, y los artistas que lo hacen. Los oyentes que ya murieron no pueden hacerlo y los oyentes del futuro estarán ocupados con sus canciones. Estas canciones son nuestras”, escribe McDonald. “La música vieja apoya herencias y archiveros”, añade.‌
El problema hoy es que Spotify premia la música individual y de creadores pendientes de ir sacando temas, subirlos a TikTok, viralizarlos y crear contenido en paralelo: ‌
 Ek [fundador de Spotify] dice esencialmente a los artistas que se levanten por sus propios medios y trabajen más duro, produzcan música más rápido, y lo hicieran en términos aceptables para la industria del streaming: un goteo constante de temas más cortos, de éxitos rápidos para atraer interacciones y activar algoritmos, en lugar del ritmo reflexivo de los ciclos de álbumes del pasado. En el mundo de Ek, el artista modelo parecía ser uno que continuamente lanza nuevo contenido, evalúa la recepción, revisa las estadísticas. ¿En qué punto estos movimientos dejan de ser un esfuerzo artístico y comienzan a convertirse en algo diferente?.
Para todo eso, en el mundo de Spotify, es claramente mejor ser un artista solo: “Para ser ‘capaz de vivir del arte’, en sus diversas estimaciones, las sumas serían válidas para artistas solistas individuales que lanzan su propia música. El sistema de Spotify, en general, no parece tener en cuenta a los músicos que trabajan con equipos. Estas realidades financieras también dan forma a la imagen del músico modelo de la era del streaming, empujando a los artistas hacia un individualismo inflexible”, añade Pelly.‌
e/ ¿Y cómo se reparte el dinero? Uno de las grandes confusiones de Spotify es cuánto paga por reproducción. No hay un precio fijo. El cálculo se hace así: la compañía reúne todo el dinero de los oyentes en un gran bote, que reparte según las escuchas del mes. Por tanto si un usuario paga 10 euros al mes y escucha una sola canción ese mes, no todo su dinero va a ese artista. Sus 10 euros irán a lo que haya escuchado la mayoría.‌
Lo que acaba pasando es que los oyentes más constantes reparten más pastel que los esporádicos. El mejor modo de apoyar a tu artista favorito es escucharlo mucho. ¿Es más probable que los millones de fans de Bad Bunny lo escuchen sin parar o que los miles de fans de una oscura banda de punk italiano sean más fieles? Si los punkis italianos son más insistentes, ganan. Sobre todo si la banda no reparte sus ingresos con varios intermediarios.‌
Así es el mejor modo de escuchar Spotify: sin depender de sus listas, menos pereza al escoger artistas, premiar la novedad y la variedad musical, y no dejar sonar cualquier cosa sin más.

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