
En tiempos de avances tecnológicos vertiginosos, donde los algoritmos escriben noticias, los bots simulan voces humanas y la inteligencia artificial decide qué contenido vemos en redes sociales, la defensa de la libertad de expresión enfrenta un escenario inédito. No se trata solo de proteger a periodistas de censuras estatales o violencia física. Se trata, también, de entender cómo las nuevas tecnologías pueden amplificar o erosionar ese derecho fundamental. En ese frente, la UNESCO se está posicionando como un actor clave.
Desde hace décadas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha sido un bastión internacional para la promoción del conocimiento libre, el acceso equitativo a la información y la protección de los medios de comunicación. Pero en mayo de 2025, su agenda dio un paso más: se metió de lleno en la intersección entre inteligencia artificial y periodismo, con una mirada centrada en América Latina.
América Latina: un laboratorio de oportunidades y riesgos
¿Por qué la región? Porque América Latina es, paradójicamente, uno de los escenarios donde más se juegan hoy los dilemas de la información digital: altos niveles de conectividad, medios en crisis, desinformación viral, violencia contra periodistas y una ciudadanía cada vez más hiperconectada, pero también más vulnerable a las manipulaciones.
La UNESCO alertó en mayo que el uso de IA en los medios no es un fenómeno neutro ni puramente técnico. Detrás de cada algoritmo que selecciona titulares, de cada bot que responde en redes, hay decisiones políticas, económicas y éticas. Y el riesgo es claro: si no se regula con criterio y justicia, la IA puede consolidar nuevas formas de censura, vigilancia o distorsión de la verdad.
IA y periodismo: desafíos para la democracia
Los desafíos que impone la IA en el periodismo no son menores. Por un lado, su potencial para automatizar tareas —desde la redacción de notas hasta la edición de audio o video— puede significar un alivio para medios con pocos recursos. Por otro, esa misma capacidad puede volverse peligrosa si no se aplican criterios éticos, transparencia y control humano. ¿Qué pasa cuando una noticia falsa generada por IA circula más rápido que una investigación verificada? ¿Qué sucede cuando un medio recorta personal humano para reemplazarlo por contenido automatizado? ¿Y si un régimen autoritario usa la IA para vigilar a periodistas críticos?
La UNESCO no tiene una respuesta única, pero sí una intención clara: abrir el debate, impulsar estándares éticos y garantizar que la libertad de expresión no quede relegada frente al brillo de la tecnología.
Premios, redes y formación: estrategias para resistir
Uno de los pilares de esta estrategia fue el fortalecimiento del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC), un instrumento clave de la UNESCO que busca apoyar proyectos concretos de medios comunitarios, capacitación de periodistas y mejora del acceso a la información. En 2025, este programa sumó un nuevo aliado: la Federación Latinoamericana de Periodistas (FLAP), con quien se desplegarán líneas de trabajo orientadas a enfrentar el nuevo escenario digital.
Paraguay fue uno de los países que tomó la posta. A través de iniciativas locales, comenzó a fomentar la formación en ética de la inteligencia artificial, particularmente en el periodismo comunitario. En regiones donde el acceso a herramientas tecnológicas aún es limitado, la llegada de la IA no puede dejar de lado las preguntas éticas fundamentales: ¿Para qué sirve? ¿A quién beneficia? ¿Qué límites debería tener?
En México, otro hito. El 6 de mayo se entregó el Premio Breach / Valdez de Periodismo y Derechos Humanos 2025. La ceremonia —impulsada por Naciones Unidas en colaboración con la UNESCO— fue más que una entrega de galardones: fue un llamado de atención sobre los crecientes ataques que sufren quienes informan en contextos de violencia, corrupción o impunidad. Hoy, esos ataques ya no vienen solo en forma de amenazas físicas: también pueden ser ciberacosos, campañas automatizadas de desprestigio, o vigilancia con software avanzado.
Libertad de prensa: más que una consigna, una necesidad estructural
En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 2 de mayo de 2025, la UNESCO coorganizó actividades en Chile para analizar los desafíos contemporáneos del periodismo. Allí se discutió abiertamente el impacto que tienen las plataformas digitales, la concentración de medios y los algoritmos de recomendación en el derecho a una información plural y veraz.
Porque la libertad de prensa no es solo que haya medios independientes, sino que las personas puedan acceder a diferentes voces, elegir qué leer o mirar, y participar críticamente del debate público. Y en eso, la tecnología tiene un doble filo: puede democratizar el acceso, pero también encerrarnos en burbujas, manipular nuestras emociones o priorizar el espectáculo sobre la verdad.
¿Qué rol pueden jugar las empresas tecnológicas?
La UNESCO no trabaja sola. Una parte esencial de su estrategia consiste en articular con otros organismos de la ONU, como el Consejo de Derechos Humanos, para establecer directrices que sirvan de marco para el sector privado. Especialmente, las grandes empresas tecnológicas.
Estas directrices buscan que los desarrolladores de IA evalúen de forma sistemática los riesgos que sus herramientas pueden implicar para el periodismo libre y las voces críticas. ¿Un sistema de moderación de contenidos puede terminar censurando medios alternativos? ¿Un algoritmo de recomendaciones puede invisibilizar ciertos temas? ¿Una herramienta de generación automática de texto puede suplantar el rol del periodista humano? Estas preguntas, que hace años eran propias de la ciencia ficción, hoy están en el centro del debate regulatorio global.
Hacia una IA al servicio de los derechos humanos
La apuesta de la UNESCO es clara: si la inteligencia artificial llegó para quedarse, debe hacerlo bajo un enfoque de derechos humanos. No se trata de frenar la innovación, sino de ponerle límites que protejan valores fundamentales como la libertad de expresión, la pluralidad informativa y la dignidad de las personas.
En tiempos donde la desinformación se propaga más rápido que los hechos, donde los periodistas se enfrentan a amenazas tanto físicas como digitales, y donde los medios luchan por sobrevivir en un ecosistema desigual, el rol de instituciones como la UNESCO se vuelve más necesario que nunca.
Porque si la IA va a tener un lugar central en el ecosistema informativo, es urgente que ese lugar esté guiado por la ética, la transparencia y la justicia. Y porque, al final del día, no se trata solo de tecnología. Se trata de democracia.
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