Tuesday, May 13

Trump, imperialismo del siglo XXI y riesgo de barbarie

(Primera parte)

Modesto Emilio Guerrero

El mundo que conocíamos ingresó a un estado de contorsiones en sus estructuras de estabilidad global, solo comparables a situaciones de guerra o catástrofes naturales como la pandemia.

Este segundo gobierno de Donald Trump es la superación potenciada del primero (2018 a 2022). Pero al mismo tiempo representa el síntoma de la decadencia de EE.UU. como el imperialismo dominante del siglo XX.

El actual Trump intenta poner orden en un sistema internacional vencido y tensionado, dentro de un imperio yanqui altamente cuestionado e inseguro.

Declara que anexará el Golfo de México, al igual que los diminutos Estados de Groenlandia y Panamá: Según Trump, Canadá la provincia número 51 de Norteamérica.

De una actitud y decisión como esta no había noticias que Adolfo Hitler decidió colonizar Europa entre 1939 y 1940.

La llamada “Guerra de los aranceles” desatada por el gobierno de D. Trump tiene el doble propósito de disciplinar a su compleja burguesía interna y de rescatar capitales que hace años buscaron otros destinos más baratos en México, Canadá, China y otros países. AL hacerlo, Trump dinamita el sistema mundial de “libre” comercio, inversiones, finanzas y de economía industrial acoplada, creado tras la implosión de la ex URSS y la integración de China maoísta al modelo civilizatorio capitalista.

Para este objetivo global, Trump necesita reordenar y someter su propio  sistema político yanqui, reducir la movilidad democrática y constreñir el sistema de derechos instlado en Estados Unidos desde la Guerra de Secesión en el siglo XIX y las rebeliones negra, juvenil y feminista de mediados del siglo XX.

También requiere de dos componentes indispensables. Una base social fuerte y una ideología de justificación.

¿Podrá lograr que un porcentaje apreciable de la población norteamericana renuncie a un sistema de derechos internos tan amplio, a cambio de la promesa de hacer de nuevo a EE.UU. un imperio dominante en el sistema global?

Una primera prueba favorable fue la Ley Patriota, con la que se limitaron derechos democráticos de circulación y prensa a favor del “control del terrorismo”. Algo muy distinto será convencer a media sociedad de que lo apoye para ser más imperialista, más dominante en el mundo.

Otra pregunta sin respuesta es ¿Cómo logrará convencer a la masa laboral nueva y tradicional de que sus salarios sigan cayendo, en pro de un imperio más fuerte?

Ambas cuestiones no tienen respuestas aún. Si logra convencer a la sociedad yanqui de ambas cosas, su efecto sobre la sociedad mundial será devastador en términos de dominio colonial de base semi esclavista… o sea, de tendencia a un sistema de producción basado en una economía de sobre explotación económica y barbarie social. 

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