Saturday, February 8

La sociedad de la furia


Un freno a la violencia de Mile

Por: La Generala

Escribo estas líneas un día después del 1º de Febrero, día en el que una gran parte del país salió a manifestarse en repudio a los dichos del Presidente Javier Milei en el Foro de Davos, bajo el lema “Marcha Federal Antifascista y Antirracista”.


No voy a ahondar en las expresiones del mandatario, porque, sencillamente, me parecen irreproducibles y totalmente faltas de respeto para una vida en sociedad diversa y plural. Pero si, quisiera ahondar en su respuesta a semejante movilización:
Me apena mucho que hayan sido usados por las basuras del Partido del Estado mediante un video que fue editado, cuando la versión completa del mensaje no brinda lugar a la dudas” se refirió el Presidente en twitter, su principal canal de comunicación.


Lejos de contraatacar con más violencia, Milei solo atinó a decir que sintió “pena”. Argumentando la edición de un video, sostiene que las miles de personas que ayer decidieron salir a las calles, fueron acarreadas por un supuesto “Partido del Estado”.


Pero, ¿acaso el cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades, el desfinanciamiento de las políticas de género – como por ejemplo, el achique de personal de operadoras de Línea 144 -, el ataque constante contra la ESI, y la intención de querer derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo e incluso, de querer eliminar la figura del femicidio del Código Penal… eso también forma parte de un video editado, Señor Presidente?


Dentro de su burbuja, Milei nos subestima. Como si sus dichos fueran algo novedoso, cuando sabemos que se trata de su manera de pensar desde hace años; como si sus políticas, desde que asumió el gobierno, no tuvieran impacto en la vida cotidiana. Como si sus funcionarios, como Cúneo Libarona, Ministro de Justicia de la Nación, con total liviandad pudiera esbozar que las políticas de género son un “negocio”, en un país donde ocurre un femicidio cada 31 horas[2]. Y si vamos más allá, como si su séquito de “intelectuales”, desde Agustín Laje hasta Nicolás Márquez, tuvieran luz verde para atacar a todo aquello contrario a su ideología. Aún recuerdo como, sin ningún pudor, este último dijo, en un programa prime time de la televisión argentina, que a las mujeres las mataban por infieles.


Pero la realidad es que la Marcha fue multitudinaria, y no solo en el AMBA. Tuvo eco en todo el país, ya sea en Mar del Plata, Córdoba y Bariloche. Hubo música, colores, carteles e insignias contra el gobierno, que constituyen la forma de expresión más creativa desde hace ya varios años.

Marcharon familias, amigos, parejas, vecinos, compañeros. Marchó gente de todas las edades. Marcharon desde personas comunes hasta celebridades. Marcharon aquellos que lo votaron, junto con aquellos que no lo votarían nunca. Esto me parece importante remarcarlo, porque, aunque inicialmente fue convocada por el colectivo LGTB, finalmente no se trató de un reclamo aislado de una “minoría”, sino de algo mucho más grande que eso: un grito federal de furia.
Cuando digo furia, no digo violencia.

Precisamente, fue una movilización sin un solo incidente. Cuando digo furia, me refiero a una sociedad que sacó a relucir su hartazgo. Ya no sólo por una situación económica que para muchos resulta asfixiante, sino furia, porque ya no se soporta el letargo de los dirigentes, porquetomó conciencia de que la pasividad no la va a llevar a ningún lado, porque el espacio de expresión y lucha siempre va a ser la calle, y porque si tanto odio y violencia siguen escalando por parte de las autoridades nacionales, las consecuencias pueden ser irreversibles. La sociedad lo observó, y salió a ponerle un freno. Milei se metió, justamente con el valor que dice defender: la libertad, y la sociedad le mostró que no le va a salir gratis.


En este año que está comenzando, el gobierno y la oposición deberán manejarse con mucha cautela, porque las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina. Pero ahora, la pelota está del lado del Presidente. En una nota anterior, sostuve que los resultados económicos del año anterior, fueron apaciguados con una serie de medidas tendientes a atacar lo simbólico, acrecentando el relato de “la batalla cultural”.


Creo que, después de muchos meses y de muchos límites sobrepasados, lo de ayer evidenció que Milei fue finalmente vencido en esa batalla. Pero como las batallas nunca terminan, el presidente tendrá que elegir, de cara a los futuros comicios, si decide contraatacar a “la agenda woke” y todo aquello que considera “zurdo”, o si decide moderarse y enfatizarse en la recuperación económica, si quiere salir airoso de esta disputa.

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