Por: Mariano Quiroga
La Ley 26.522, sancionada hace quince años en Argentina, continúa siendo un pilar fundamental para la pluralidad mediática. No obstante, el panorama comunicacional ha experimentado una metamorfosis significativa: por un lado, la creciente concentración de los medios amenaza con socavar los logros en materia de diversidad; por otro, la revolución tecnológica, impulsada por avances como la inteligencia artificial (IA), está redefiniendo las reglas del juego periodístico. Este escenario dual presenta al periodismo contemporáneo un conjunto de desafíos sin precedentes, exigiendo una adaptación ágil y una reflexión profunda sobre su rol en la sociedad.
La ley que fue conocida a nivel popular como “Ley de Medios” fue un paso significativo hacia la democratización de los medios en el país, permitiendo la expansión de canales de televisión y la creación de nuevas licencias de radiodifusión. Esto benefició a actores públicos, privados y comunitarios, ampliando la pluralidad de voces en la esfera pública. No obstante, en los últimos años, hemos presenciado un retroceso debido a la falta de control sobre la concentración mediática, lo que pone en peligro la diversidad y la libertad de expresión.
En este contexto, los periodistas deben enfrentarse a un panorama BANI (frágil, ansioso, no lineal, incomprensible), donde los cambios tecnológicos no solo transforman el modo en que trabajamos, sino también cómo consumimos información. Las herramientas de IA han abierto debates sobre el futuro del periodismo. ¿Estamos a las puertas de un reemplazo por máquinas? La incertidumbre es palpable, y los periodistas se ven obligados a adaptarse constantemente para mantenerse relevantes en un entorno que pone en duda la sostenibilidad económica de los medios y su credibilidad.
La transformación digital exige nuevas competencias. Hoy, un periodista no solo debe dominar la verificación de datos y el análisis crítico, sino también abrazar un enfoque multidisciplinario. La gestión de audiencias, el análisis de datos y el uso de inteligencia artificial son habilidades imprescindibles. Pero más allá de las competencias técnicas, la resiliencia, la creatividad y la capacidad de colaboración se vuelven esenciales para navegar en este entorno en constante cambio.
Frente a esta realidad, resulta imperativo un nuevo marco regulatorio que abarque las redes y plataformas digitales, garantizando la soberanía comunicacional y promoviendo la pluralidad en el espacio audiovisual. Sin un control adecuado sobre las plataformas algorítmicas, corremos el riesgo de acentuar aún más las desigualdades informativas y socavar los cimientos de nuestra democracia.
El periodismo no solo está sobreviviendo a esta crisis, sino que se está transformando. Los medios tradicionales deben converger con los nuevos actores para seguir siendo relevantes, mientras que los profesionales de la comunicación deben adaptarse a roles como gestores de contenido y especialistas en narrativas digitales. La supervivencia del periodismo en esta era de incertidumbre no está garantizada, pero aquellos que logren adaptarse al cambio tendrán la oportunidad de liderar la conversación pública en un mundo cada vez más interconectado y complejo.
El futuro del periodismo y de la comunicación en Argentina dependerá de nuestra capacidad para adaptar nuestros marcos regulatorios, nuestras prácticas profesionales y nuestras habilidades a esta nueva realidad. Solo así podremos garantizar una prensa libre, diversa y capaz de cumplir su rol fundamental en una sociedad democrática.
El camino por delante es complejo, pero también está lleno de oportunidades. Es hora de que periodistas, legisladores y sociedad civil trabajen juntos para forjar un futuro mediático que sea verdaderamente pluralista, innovador y resiliente frente a los desafíos del mundo