El exministro de Finanzas griego se refiere al BRICS, la disputa con Occidente y el curso global. Su último libro.
Por: Tiempo Argentino
El economista griego Yanis Varoufakis afirma que el capitalismo actual encontró una nueva forma de extracción de valor en beneficio de lo que llama “propietarios del capital de la nube”, o “señores tecnofeudales” que constituyen una “nueva clase dominante” a la que bautizó nubalista. Desarrolla ese tema en su último libro, Tecnofeudalismo: el sigiloso sucesor del capitalismo, donde afirma, como en esta entrevista exclusiva con Tektónikos, que las dinámicas tradicionales del sistema económico mundial ya no gobiernan, sino que hay otros paradigmas, además de que hoy las decisiones políticas, antes que las económicas, se imponen, en un contexto de disputa o “nueva guerra fría”, dice, entre EE UU y China.
Varoufakis es economista, catedrático universitario, militante y una de las voces más escuchadas en la crítica al sistema global actual. Exministro de Finanzas de Grecia en el esperanzador inicio de experiencia del gobierno de Syriza en 2015, pero cuya conducta posterior él tanto condenó, desde 2018 lidera el partido de izquierda MeRA25. Aquí ofrece su mirada sobre el ciclo económico actual, los BRICS, la iniciativa europea Global Gateway y los nuevos poderes dominantes.
—Según las proyecciones del FMI y otras, las perspectivas de crecimiento económico mundial este año son relativamente bajas, y en tal caso, la expansión la sostienen China e India, más un poco de mejor desempeño de EE UU. Además, se observan riesgos de alta inflación y una creciente competencia entre Occidente y Oriente en varios niveles. ¿Cuál es tu visión general de la situación y el ciclo actuales?
—Yo creo que no hay competencia entre Occidente y Oriente. Lo que tenemos, en verdad, es una nueva “guerra fría” desatada por EE UU contra China y, por supuesto, la guerra en Ucrania, que sigue destruyendo no sólo vidas, sino también gran parte del potencial económico de países de Europa, Asia y, especialmente, de África. En tales circunstancias, las predicciones económicas son azarosas y totalmente dependientes de decisiones políticas que no tienen nada que ver con la economía.
—Veamos distintas regiones. En EE UU, primera potencia económica (y militar) mundial, hay elecciones este año. ¿Su resultado y las políticas según quién gane pueden alterar el ciclo económico mundial?
—Podemos tomar ese ejemplo para fundamentar lo que decía antes. Si Joe Biden es reelegido y decide intensificar las tensiones con China (por ejemplo, colocando misiles nucleares en Taiwán), el efecto sobre los flujos de capital y la inversión globales será muy diferente de lo que sucedería si una nueva administración Trump erige barreras comerciales aún más altas alrededor de Estados Unidos, pero reduce la escalada de la nueva guerra fría que el mismo Trump de algún modo inició contra China. O sea, y esto quiero subrayar, lo que está determinando el ciclo económico global son decisiones políticas. Otro ejemplo que puedo dar es que, lamentablemente, una predicción que creo que es segura es la del interminable declive de la economía de la Unión Europea, resultado del mal manejo de la crisis del euro y de los repetidos fracasos a la hora de aprovechar las crisis (incluida la pandemia) para consolidar una inversión y una estrategia fiscal comunes.
—Ves con mucho pesimismo a Europa. ¿No creés que la iniciativa Global Gateway puede tener éxito?
—No, no puede. Al igual que el Plan Juncker y el Pacto Verde, el Global Gateway es otro proyecto muy publicitado que carece de la financiación o el compromiso institucional necesarios para que funcione. La Unión Europea es excelente para hacer grandes anuncios que, poco después de que se calma el revuelo en la conferencia de prensa, se esfuman. La iniciativa Global Gateway es una de ellas.
—Y por fuera de las grandes economías de Occidente, dentro de este panorama, ¿qué se puede esperar por ejemplo en las economías del Sur Global?
—El Sur Global seguirá intentando desvincularse del sistema de pagos en dólares y encontrar formas de una mayor cooperación. Sin embargo, es poco probable que estos intentos produzcan retornos significativos en el corto plazo. Una razón es que el personal político de las clases dominantes en muchos de los países del Sur Global ha invertido demasiado en los mercados inmobiliario y monetario de Estados Unidos.
—¿Cuál es tu opinión específicamente sobre los BRICS y sus miembros como promotores de una economía diferente a la del capitalismo atlantista o globalista? ¿O creés que son más de lo mismo?
—No, no son lo mismo. Pero los BRICS tampoco son (como a algunos izquierdistas occidentales les gustaría imaginar) un bloque sólido que se opone al imperialismo occidental. Lo que creo que es crucial entender es el papel de los BRICS dentro de un mundo dividido por cadenas de suministro opuestas de bienes críticos como el litio, las tierras raras o los semiconductores. En ese mundo, la clave del éxito será la construcción de alianzas, y aquí es donde los BRICS están muy por delante de Occidente.
—¿Las alianzas que generan los BRICS no son distintas a las de Occidente?
—Lo que digo es que justamente hay grandes diferencias entre los BRICS y Occidente. Los BRICS no tienen equivalente a la OTAN, por ejemplo. China no tiene una moneda dominante. Su principal institución es el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, que es una empresa propiamente multilateral. China domina a través de inversiones y propiedad, pero no de la misma manera que Estados Unidos domina la política de Europa. Ahora bien, no está nada claro cómo se desarrollará la transición económica de China y qué efecto tendrá en terceros países. Sin embargo, Washington y Bruselas descartarían la incipiente creación de una infraestructura financiera y económica dominada por no occidentales bajo su propio riesgo. Y una última reflexión en torno a tu última pregunta: la razón por la que los BRICS merecen ser tomados en serio no es porque estén a punto de lanzar una nueva moneda, cosa que no harán, o porque desafían a Estados Unidos como actor geopolítico de último recurso, sino por su capacidad de expandirse mediante un comercio en una era digital moderna de una manera tal que socava la capacidad de Washington para imponer sus términos y sanciones al resto del mundo.
—¿Podrías resumir tu idea de economía tecnofeudal?
—El tecnofeudalismo fue introducido por el desarrollo de una nueva forma de capital que yo llamo “capital en la nube”. A diferencia del capital convencional (por ejemplo, redes eléctricas, tractores o robots industriales), que es un medio de producción producido, el capital en la nube es un medio producido para modificar nuestro comportamiento; por ejemplo, hacernos desear productos básicos que luego nos vende directamente (a través de Amazon o similares), evitando los mercados y, por lo tanto, permitiendo a los propietarios de este capital de la nube (por ejemplo, personas como Jess Bezos) extraer rentas gigantescas de la nube de vendedores y compradores.
—¿Qué papel juega en esa transformación del capitalismo específicamente la Inteligencia artificial?
—En este nuevo modo de extracción de valor, donde los dos pilares del capitalismo han sido marginados (el mercado es reemplazado por plataformas digitales y las ganancias por las rentas de la nube), la IA simplemente acelera el poder de los propietarios del capital de la nube. Ello son los señores tecnofeudales de nuestra era o, como yo los llamo, nuestra nueva clase dominante nubalista