Friday, October 11

Robótica y programación: el plan del pueblo cordobés para revitalizar la comunidad con educación y tecnología

Aldo Etcheverry, intendente de Alejandro Roca (Córdoba) habla del programa de formación en tecnología que puede impactar en más de 1300 niños y jóvenes

Fuente: INFOBAE

Alejandro Roca es un pueblo al sur de la provincia de Córdoba con alrededor de 7.500 habitantes. Fue fundado por Julio Argentino Roca en 1905; el nombre es en honor a su hermano mayor. De Alejandro Roca era el cabo Raúl Romero, que murió en un bombardeo en el aeropuerto de Puerto Argentino el 1 de mayo de 1982.

El 10 de diciembre, Aldo Etcheverry asumió como intendente de Alejandro Roca. Este es su cuarto mandato, luego de un intervalo de cuatro años en el que estuvo en el cargo Ariana Viola. Con más de treinta años en la función pública —antes de llegar a la política, Etcheverry se desempeñó como policía— en este nuevo mandato comenzó a desarrollar un plan de formación para niños, jóvenes y adultos que provea las herramientas para el desarrollo económico del municipio.

“El Estado provincial es responsable de la educación pública”, dice Etcheverry en una entrevista por Zoom. Son las tres de la tarde y hace más de ocho horas que está sentado en su escritorio: los primeros días de la gestión son siempre demandantes; igual que los del medio y los últimos. “El municipio ha estado asumiendo estos roles que no eran originalmente su competencia”, sigue, “pero aquí estamos colaborando, participando, organizando tareas, y haciendo distintos soportes”.

¿Ya tenían experiencia en la oferta académica por fuera de la educación formal?

—Nosotros hicimos dos tecnicaturas universitarias. Fue en 2012, y estaba dirigida exclusiva y específicamente a la radicación de una planta de bioetanol que hubo en ese momento. Entonces existen dos tecnicaturas universitarias: una en biocombustible y otra en electromecánica. Las dictó la Universidad Nacional de Río Cuarto, que está a 70 km de aquí, pero con la particularidad de que la universidad venía a Alejandro todos los días de la clase durante cinco cuatrimestres, cuando históricamente nosotros tenemos que ir siempre a las grandes ciudades. También sosteníamos un convenio con la Universidad Católica de Salta, que tenía sede en un pueblito cerquita. Tratamos de incentivar a que las carreras se hagan aquí. Por ejemplo, en su momento hubo 120 egresados en perito clasificador de grano.

¿Qué programas de capacitación están desarrollando actualmente?

—Tanto la provincia como la nación ofrecen cursos para oficios. Hemos llevado a cabo muchísimos, particularmente los que tiene que ver con plomería, electricidad, gas —acá hay mucho desarrollo con el gas—, soldadura,  otros cursos. Tratamos de que el curso que se dé tenga un sentido y que tenga una salida rápida en función de las demandas de la localidad.

¿Cómo piensa el programa de robótica para estudiantes?

—La provincia no tiene en su currícula —o por lo menos no está tan difundida— este tipo de actividades, que son esenciales y que tienen que ver con el futuro del aprendizaje. En eso, el municipio hace un esfuerzo económico y nos sumamos al proyecto de Ticmas. Con nuestra propia experiencia regional, con una visión distinta a la de las grandes urbes, nosotros nos ofrecemos a colaborar.

¿Cuántos chicos esperan impactar con el curso de robótica?

—No puedo decir exactamente qué cantidad, pero aquí tenemos 800 alumnos en la escuela primaria y 500 en la secundaria. Yo estimo que hay muchos interesados, porque cambia el paradigma de la recepción de los chicos. No es lo mismo que con los libros antiguos; hoy con la tecnología, el celular, todas las cuestiones que manejan muy bien de chiquitos va a tener mucho más efecto de lo que uno imagina. Por supuesto, va a depender de lo que hagamos para incentivar y para generar los espacios. Los capacitadores van a tener que ponerse la camiseta. Yo creo que nadie es imprescindible, pero sí que hay gente necesaria y es la que pone el corazón. Tenemos que lograr que los capacitadores sean el efecto multiplicador.

Si lo saco por un momento de la educación. ¿Cuáles son sus primeros desafíos en la Intendencia?

—Hasta ahora, ninguna medida del gobierno impactó directamente en la coparticipación. Se habla de restringir recursos a las provincias, pero no se habla de un recorte de las coparticipaciones, que es el grueso de dinero que ingresa en un municipio y que nos permite movernos con cierto alivio. Respecto a lo demás, las cosas más importantes son las que se hacen sin plata. El desafío es ver cómo podemos acompañar a las empresas en su desarrollo; estamos pensando en un parque industrial. A mí me preocupa que, como sociedad, tenemos la oportunidad de trabajar todos juntos con el mismo objetivo. En mi trabajo de policía, yo siempre tuve el concepto de servidor público: estamos para servir a la gente. De hecho, en los tres años de gestión no cobro sueldo, y lo hago con mucho gusto. Tenemos que ser prolijos y ser participativos. Y tenemos que aprovechar la experiencia que tenemos. Nos equivocaremos, porque seguramente en el camino uno se equivoca, pero, en el concepto general, si uno tiene buenas intenciones, como dijo alguna vez un viejo político, estamos condenados al éxito.

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